Quizás hoy volví a pensar que
me merezco ser feliz. No porque yo sea especial, ni mucho menos, sino que me lo
merezco de la misma manera que todo el mundo. No pido alguien que me conozca a la perfección, me basta con que
quiera asumir el reto de comprenderme. No
pido a un hombre ideal, es suficiente con uno que se sepa reír de sus
defectos. No pido millones de amigos,
solo quiero que unos pocos que sean verdaderos. No pido un paño de lágrimas, sino
que esas personas sean capaces de decirme: no, no lo estás; cuando les jure que
estoy bien. Y que me he dado cuenta, de que por tu causa, no estoy
disfrutando de estas cosas. De echar a correr cuesta abajo hasta que te falte
el aliento. De reír hasta que todos a tu
alrededor se te queden mirando. Del regalo de un niño, de la sonrisa de un
bebe. De gritar hasta quedarme sin voz. De disfrutar de un nuevo día. ¿Y sabes
qué? Que ya no más, que ahora me
toca a mí, que esto ya se acabó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario